Acabo de despertarme esperando a los reyes magos ya que la noche anterior me había quedado hasta tarde escribiendo una carta para ellos. Como de costumbre puse un poco de agua para los camellos y mis zapatos para que dejaran los regalos. Entonces fue cuando vi la sorpresa que me esperaba. Estaban en mi salón Melchor, Gaspar y Baltasar. Increíble! Me dijeron que me sentara a su lado que querían comentarme unas cositas, pero en un tono serio, no el que yo esperaba. No podía salir de mi asombro al tener a los tres reyes sentados en mi sofá. Colocaron una silla enfrente de ellos y me dijeron: - siéntate por favor. Les hice caso y a continuación comenzaron a hablarme. Me contaron de lo mal que está la cosa, de la corrupción en el gobierno, de la pasividad de la gente cuando ve que los problemas son ajenos, y de la tristeza de algunos niños al ver que no tienen lo que desean. Yo les pregunté por qué sucede eso con los niños, siendo ellos los que les llevan los regalos, y me respondieron de manera unísona: "- solo somos tres! Y la gente no pone de su parte. Hay muchos niños muriendo de hambre y nadie hace nada, hay muchos niños atrapados en guerras de gente ignorantes y nadie hace nada, y hay muchas personas que les sobra de todo... Y siguen sin hacer nada. La vida es injusta y la única solución es despertar de la pesadilla del consumismo desmedido, de pensar más en un regalo material que en un abrazo, un beso, una caricia o un te quiero"
En ese momento tenía los ojos empañados, me había dado cuenta de lo absurdo que eran muchas cosas y les dije secándome esa lágrima que amenazaba en caer: - no voy a festejar más este día! A lo que me contestaron: - no, eso jamás! Porque este día se creó para hacer feliz a alguien o a otras personas, o a ti mismo. Nunca dejes de creer en lo que quieres, da igual lo que fuese, pero nunca debes olvidar lo que otros están viviendo y padeciendo. Solo hay que ser humilde y humanos a la hora de pedir.
Entonces fue cuando tomé la carta que había escrito y la rompí, cogí otro papel, el lápiz y volví a escribir: - queridos reyes magos: el próximo año no pasen por mi casa, no quiero que lleguen tarde a esos sitios donde más los necesitan. Firmado: un niño de 40 años.
