
Me gusta soñar y disfrutar de lo que sueño, porque aunque sea solo un sueño lo vivo intensamente.
Es muy típico de mí hacer las cosas de manera intensa, no se, es mi naturaleza; si odio lo hago de manera intensa, pero si amo... Lo hago con locura.
Como dije, desde las alturas se ve todo mejor y con más claridad, te guste o no, pero es parte de la vida, esa que se parece a un barco, donde hay que remar siempre para llegar a puerto (y remar siempre fue una de mis mejores virtudes)
Me gusta mi vida, me gusta estar con los míos, me gusta que me quieran, me gusta querer, amar y ser amado, disfrutar, hacer disfrutar, hacer reír, que me hagan reír y también compartir mi sueños. Soy muy fácil de conocer a pesar de la locura que llevo encima. Pero esa locura sana, esa que muchas veces contagia a los que me rodean, a los que realmente me conocen y que a veces produce envidia de personas que no se atreven a expulsarla.
El vértigo muchas veces provoca miedo, el miedo produce errores y los errores no siempre se pueden recomponer; como la historia del vaso que tiran al suelo y se rompe.
Pero no somos vasos, somos personas con sus defectos y aciertos y que tenemos sentimientos.
Adoro los sentimientos, la sinceridad y la altura. Mientras más alto, más nubes, y las nubes son como caricias y abrazos, esos abrazos sinceros que traen consigo todo lo demás.
Que bonito son los abrazos, los besos, las miradas y las caricias. Y también existe el vértigo en esas cosas.
Y qué pienso del vértigo? Eso se lo dejo al tiempo, que dicen que pone a todo en su sitio. Mientras a seguir viéndolo todo desde las alturas, que desde lo más alto se ve todo más claro.
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